A este barrio lo que le ha ocurrido es que ha estado muy separado. Siempre aislados y siempre luchando. Muy mal comunicados. (Vecinos del barrio El Convento de Ajo, Bareyo, Cantabria).
La principal manifestación de identidad del barrio es la celebración de la fiesta de Santo Domingo, titular de la ermita. La fiesta dura dos días, el primero dedicado a los vecinos del barrio, está centrado en los actos religiosos de la ermita y en la comida familiar. Los vecinos se reúnen en torno a su santo patrón, en la ceremonio religiosa de la misa y durante la procesión, en todo momento son ellos los protagonistas y los actores principales, todos los demás que no pertenecen al barrio pueden asistir, si bien como meros espectadores. Una vez finalizados los actos religiosos y la comida familiar, el barrio se abre a todo aquel que viene de fuera; por la tarde, da comienzo la romería que se prolongará en la verbena de la noche, en la que vecinos y no vecinos se confunden. El segundo día está enteramente decidado a la gente de fuera: juegos, concursos, baile, fuegos artificiales, toro de fuego, merienda y comida. A estos actos están invitados los vecinos del pueblo y los forasteros.
La fiesta es también una excelente ocasión para manifestar la identidad del barrio, porque a través de ella se puede superar la imagen, el estereotipo que de él tienen los demás vecinos del pueblo. La marginación a la que ha estado sometido el barrio El Convento no sólo ha sido consecuencia de la incomunicación y aislamiento especial, sino que también se ha debido a factores de tipo económico, puesto que El Convento era el barrio más pobre de todo el pueblo. La generosidad de los vecinos del barrio obsequiando a los visitantes del pueblo de Ajo, es una manera de reafirmar la imagen que el propio grupo tiene de sí mismo.
Habiendo desaparecido ya la marginación espacial y económica que actuó en un primer momento como elemento unificador, el sentimiento de pertenencia al barrio se sigue manteniendo a través de la identificación con el santo de la ermita. Lo que en un principio nació como reacción del grupo a una situación discriminatoria, es actualmente expresión de la identidad del barrio. La solidaridad y reciprocidad social que surgió entre los vecinos como respuesta a su entorno y como mecanismo de defensa ante el exterior, se ha convertido en una de las señas de identidad más destacadas frente a los demás.
Extraído de "Antropología social de Cantabria" de Ana María Rivas Rivas, año 1991