El pasado domingo 15 de julio, la Avenida Benedicto Ruiz, a la altura del supermercado Dia, sufrió unas fuertes inundaciones que crearon una gran balsa de agua de unos 30 metros de longitud, en la que quedaron encallados varios vehículos y que llegó a superar las aceras, con todos los problemas que ello conllevó.
En aquel domingo, durante las más de dos horas que la balsa persistió, ningún responsable u operario municipal pasó por el lugar. Fueron los vecinos con sus propios medios quienes solucionaron la situación y solo con el final de las lluvias, los desagües pudieron drenar todo el agua y la balsa, que poco a poco desapareció.
El viernes 20 a las 11 de la mañana volvió a llover con intensidad, aunque no tanto como con la tormenta del pasado domingo. Sin embargo, en el mismo lugar de la Avenida Benedicto Ruiz volvió a crearse una enorme balsa, incluso mayor que la del domingo, ya que en esta ocasión llegó a amenazar a varios locales y comercios, donde los empleados intentaban evitar con escobas que el agua accediera a sus locales.
Tras más de una hora de inundaciones, se vió pasar en coche y por causalidad al alcalde de Bareyo, José de la Hoz. En poco tiempo aparecieron varios operarios municipales y voluntarios de la agrupación de protección civil. Levantaron las arquetas de varios desagües, limpiaron un poco sus interiores y en cuestión de minutos la balsa desapareció. Tal cual.
El mismo sábado 21 por la tarde se volvieron a dar lluvias intensas y persistentes, pero en esta ocasión no hubo ni un atisbo de inundación. No hubo ni rastro de la balsa de agua.
Esto significa que la balsa de agua del domingo se creó por un mantenimiento deficiente de los desagües en esta avenida de Ajo, y lo que es peor, la balsa de agua del viernes, que amenazó a varios comercios, se podía haber evitado perfectamente.
Ningún responsable municipal tuvo la brillante idea de revisar los desagües tras la inundación del domingo. Cinco días y cinco noches en los que nadie revisó ni limpió.
Pagamos 25.000 euros anuales al concejal Miguel Ángel Díez para que esté disponible y haga frente a estas situaciones. Pero es un gestor tan brillante, que el domingo ni se pasó por el lugar de las inundaciones y en cinco días no tuvo la decencia de dar la orden de comprobar los desagües.
Tan solo la casualidad de que el alcalde navegara por esa enorme balsa de agua puso solución a este problema que bien se podía haber repetido una tercera vez. Y una cuarta, quinta...